jueves, 9 de agosto de 2012

Dicen que exagero


En la famacia "Pepita de los Palotes" habìa cola, siempre la habìa, parecìa como si no hubiese otra farmacia en el barrio, y sin embargo habìa otras tres, ademàs tampoco es la mejor, ni la màs surtida, tampoco la màs bonita. Quiero decir que algunas son verdaderas reliquias del pasado, pero èsta no, que va, y desde luego, los empleados no son ni por asomo, los màs amables ni los màs simpàticos. Parece que te perdonen la vida, o còmo poco, que te hagan un gran favor...
Si un domingo por la noche se te ocurre acudir a comprar una caja de paracetamol, te miran moviendo la cabeza como diciendo: eso se compra un dìa de diario, yo estoy aquì sentado tocàndome los huevos sòlo para emergèncias. Pues mire, mi dolor de cabeza es una emergència, es mi emergència particular.
La cola parecìa no evolucionar, era còmo si los clientes echasen raices. Eran tres atendiendo, pero con la receta en la mano desaparecìan y ya no volvìan a aparecer. Yo pensaba que se habrìan ido de viaje de novios al Caribe, o a meditar a un convento Tibetano, y cuando lo hacìan, la clienta estaba màs mayor, una nieta se le habìa casado y vivìa en Extremadura, la ropa se le habìa pasado de moda y las recetas de fecha, pero eso daba igual, al menos en la farmacia "Pepita de los Palotes"...

El señor que tenìa delante insistìa en querer deletrear el producto que le interesaba, pero la ayudante de farmàcia joven, como abducida, miraba sin mirar, con cierta lejanìa y aburrimiento infinito.Despuès advertì que el señor no era de aquì, y sus vocablos cirílicos no se hacìan entender por la farmaceùtica de extrañas ensoñaciones. Por fìn el ruso viò a una señora comprar lo que èl querìa, o quizà debiò conformarse, -la señora pedìa crema anti hemorroidal y supongo que el ruso, crema dental-, pero què màs da, le entendì perfectamente, con tal de no hacer cola otra vez..., porque marcharse de vacìo despuès de tanta espera es una especie de crimen.

Sin embargo esperamos, es còmo si fuèsemos de la misma quinta, somos tres o cuatro en la misma lìnea, nos va a tocar màs o menos a todos muy pròximamente, tal vez hoy, por lo que estàn tardando, y  eso hace sentir cierta camaraderìa, como con el de la cama de al lado del hospital, tu vecino de plaza de garaje, o tu compañero de pupitre en el colegio. Al final, nos daremos los telèfonos, o los correos electrónicos, y tal vez , hasta hagamos juntos alguna cena dentro de algunos años, algo asì...

Aunque tambièn pasa que se fracasa en este tipo de relaciones, porque la señora de al lado ve que tù avanzas 20 cm. màs que ella, el señor que està delante de ella es muy grueso y el mìo una sìlfide, por ello mi posiciòn puede parecer que estè màs adelantada. Me mira con rabia rabiosa y da dos micropasitos, despuès me mira como diciendo; Ja ¡, que te creìas?, a esta no le doy el telèfono ¡¡

La farmàcia "Pepita de los Palotes", ademàs de todo eso, no siempre està bien surtida, pero te permite estudiar griego en la cola, e incluso hacer alguna carrera. Cuando por fìn llegas a la caja donde te espera un farmaceùtico con semblante poco agradable y le haces el pedido, te dice: "No, no nos queda", te hace creer que algùn dia lo han tenido, incitàndote a volver. Y ni siquiera te dan ningùn "bono de cola" que te permita avanzar la pròxima vez, una especie de bonificaciòn por el tiempo perdido, pero no, si te vas de vacìo, mala suerte. Los de la cola te miraràn con pena, còmo cuando a alguien lo dejan plantado en el altar, o tienes seis dedos en el piè derecho, no es exactamente compasiòn, es como si fueras de una casta inferior, de "los que hicieron cola en la farmàcia Pepita de los Palotes y no tenìan lo que pedìa". Imagina que haces el camino de Santiago desde Marbella por ejemplo, y cuando llegas, no està Santiago, ni la Catedral, ni el Botafumeiro ni nada, tan sòlo està  la Ermita de Monegrillo, que serà muy bonita, no lo dudo, pero no es lo mismo, a ver quien te entiende cuando expliques que "hiciste a piè al Camino de la Ermita de Monegrillo". Y pretenden que te conformes, pues mire usted, no.

La cola avanza y precisamente se me hiela la sangre porque el taciturno hombrecillo que me precede sufre esta horrible situaciòn , NO LO TIENEN, llora, sabe que a partir de ese momento serà degradado en el escalafon humano, en su pasaporte pondrà "NO LO TENÌAN", recibirà ayuda psicològica y posiblemente no pueda remontar, pobre hombre, pasa a mi lado con los ojos lloviznosos, y los brazos tan colgando, tan pesados que se le est+an alargando, me mira còmo diciendo, "Te envidio, ahora te toca a tì y seguro "QUE LO TIENEN".

Paso la lìnea amarilla, la que he soñado tanto con atravesar, me tiembla la voz, un sudor frìo recorre mi cuerpo, veo encima del mostrador un dispensador de pastillas Juanola y se me ocurre una idea, digo...

-Dos cosas, una caja de Juanolas...y una caja de aspirinas ( de eso seguro que tienen, jejeje), el cliente vencido insulta mentalmente a mi estirpe, y estoy segura que me considera uan tramposa, pero es verdad, he triunfado y ademàs el farmaceùtico de cara de acelga soleada me dice:
-Aspirinas normales o efervescentes??
Ya empiezo a temblar otra vez, si digo normales las tendràs efervescentes o viceversa...
-Dà lo mismo, dème de las que tenga.
Me tienden  el paquetito ¡¡¡ bien ¡¡¡
Pago y salgo triunfal, parece que haya aprobado una oposiciones o el banco me ha facilitado un crèdito.
La gente de las colas me mira, me nvidian, algunos quisieran ser còmo yo.
Mi marido me espera en doble fila, y cuando le cuento ME DICE QUE EXAGERO ¡¡¡¡¡¡

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