martes, 2 de octubre de 2012

NO PIDO MUCHO



Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente
  a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sòlo quiero eso. CASI NADA . O TODO. 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

MÈTODO CAZAMARIPOSAS

Dicen que, todo enamorado, siente mariposas en el estòmago.
El doctor TAL, descubriò un sofisticado aparato para cazarlas, las mariposas de los enamorados son diferentes de las demàs, ejemplares ùnicos, y las pagaba a precio de oro.
El mètodo era indoloro, y ademàs, el intervenido podìa generar màs mariposas al cabo de unas horas...
Cientos de parejas aguardaban su turno, con tanta crisis econòmica no estaba de màs sacarse un dinerillo vendiendo sus mariposas.
Da gusto verlos, felices y enamorados, cogidos de la mano, miràndose con arrobo, aguardando su turno...
Sin embargo, el curioso invento, tiene un inconveniente. Con frecuència, sòlo uno de la pareja las lleva, demostràndose asì que no es correspondida. El drama es inevitable...
Los detractores del doctor TAL, lo tildan de antiromàntico, unos por ponerle precio a los sentimientos y otros por llevar al abismo a tantas parejas correctamente constituidas.

domingo, 2 de septiembre de 2012


LA RANA SORDA (Fábula) Foto: LA RANA SORDA (Fábula)

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo.

Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.

Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.
 
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
 
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. 

Ella se desplomó y murió.

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenia caso seguir luchando.

Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.
 
Cuando salió, las otras ranas le dijeron:"nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos".
 
La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

 MORALEJA

 1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo y finalizar el día.
     
2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir.
     
Tengamos cuidado con lo que decimos. 
     
3. Una persona especial es la que se da tiempo para animar a otros. 

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo.

Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.

Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió.

Ella se desplomó y murió.

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenia caso seguir luchando.

Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le dijeron:"nos gusta que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos".

La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

MORALEJA

1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo y finalizar el día.

2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir.

Tengamos cuidado con lo que decimos.

3. Una persona especial es la que se da tiempo para animar a otros.

miércoles, 29 de agosto de 2012



NOSTALGIA

Hay dìas en los que el corazòn destila nostalgia,
los ojos no brillan, la angustia se instala
còmodamente en el sofà...
e inevitablemente,
una se extraña.
Se recuerda plena, audaz...
desprevenida, carente de prejuicios,
hasta sin juicio...
Se recuerda insolente,
insolvente, inconsciente,
aùn cuando la conciencia
era plena,
pero valìa la pena
la locura...
Una se extraña, y no hay consuelo,
se vuelve tan fràgil de esperanza,
y tan dèbil de respuestas,
que sòlo cierra los ojos,
pidièndole al corazòn que duele...
tan solo paciència,
y un poco màs de fuerza
para esperar la mañana.
Cortar este dolor...
con què tijeras???


domingo, 26 de agosto de 2012

Abrazar a los àrboles



Una tarde pasó un amigo por casa y me propuso dar un paseo por  una zona bastante apartada del barrio por donde vivìa entonces. Cuando le comenté lo mal que me encontraba surgió el tema de “abrazar a los árboles” como terapia. Al parecer, su energía era beneficiosa para el ser humano y pensamos que tal vez aquello pudiera calmar mi desasosiego. Como no tenía nada que perder y la tarde se presentaba larga y tediosa, cogimos su coche y nos marchamos al campo. Saliendo de la carretera principal tomamos una secundaría que más tarde se convertiría en un camino de tierra. Alejados de la ciudad acabamos en una gran extensión de campos amarillentos, ya cosechados, y continuamos hacia un pequeño montículo que vimos, en medio de ellos, con algunos árboles centenarios. Habría unos seis o siete entre pedruscos de los que aparecen y retiran de las tierras cuando las están arando. Era zona de secano y me pregunté cómo aquellos árboles podrían sobrevivir a los meses estivales y a otros tantos en los que, sin ser  verano,  la lluvia no hacía acto de presencia. Imaginé que habría algún acuífero del que se abastecían, aunque por el aspecto que presentaban,  aún con ramas y hojas verdes, no debía ser este su mejor año.
Bastante escéptica en aquel momento caminé hacia uno de ellos y en mi angustia lo abracé diciendo en mi interior estas palabras: “Por favor, ayúdame”. Antes de terminar aquella frase, mientras rodeaba al árbol con mis brazos, abandonándome a ese momento, atravesó  mí mente una frase, que pareció emerger  del  árbol, como si de una saeta invisible se tratase. Al menos,  así lo experimenté.
“Haz como yo”. Decía la frase. Fue nítida y clara, pero más claro advertí  que aquel mensaje iba acompañado de más contenido. Un contenido que en lo profundo de mí había captado en su totalidad en ese momento, aunque  tardaría algún tiempo en transformarlo  en palabras. Tras aquel instante me calmé. Fue como recibir un shock benéfico. Yo que no esperaba nada, ni siquiera alguna leve sensación, me encontré con aquella enseñanza.  Estuvimos por allí algunos minutos. En principio no comuniqué a mi amigo la experiencia que había tenido, aunque le dije que me había venido bien aquel abrazo.
Lo que sigue a continuación es lo que he elaborado  sobre aquel mensaje. Fue algo sencillo, pero creo que contribuyó a cambiar mi vida de algún modo. Esto es lo que me transmitió aquel árbol:
“Haz como yo. Yo dejo que quien me puso aquí cuide de mí. Hay años en los que el agua es abundante, mis ramas se alargan y mis hojas se multiplican. Otros son tan secos que tengo la impresión de ir a morir de sed en cualquier momento. Pero siempre, tarde o temprano, acaba lloviendo. En alguna ocasión el año ha sido tan bueno que el explendor de mis ramas ha atraído algún pájaro que ha hecho en ellas su nido. Entonces me he sentido orgulloso de mí mismo y de que otras criaturas me hayan elegido para vivir en mí. Tú sólo atraviesas por un tiempo de “sequía” no muy distinto de mis meses de escasez. Yo ni siquiera puedo moverme ni defenderme si alguien o algo, como por ejemplo el fuego, atentara contra mí. Si yo, que no tengo brazos ni piernas como tenéis los hombres, soy capaz de salir adelante, ¿qué no podrás hacer tú?
 Tú haz tu parte, que el que te puso en este mundo, hará la suya como lo hace conmigo. Muévete, busca aquí  y allá. No puedes prever los resultados de tu búsqueda del mismo modo que tampoco yo puedo saber cuándo llegará el agua y los nutrientes que necesito para mi vida. Confía, como hago yo, ya que no puedo hacer  más. Seguro que hay un motivo por el que existo y  aún continúo  aquí. Quizá para que los pájaros descansen en mis ramas, para que los caminantes se refugien del sol bajo mis hojas, quizá para decirle a alguien como tú, que está asustado, que con solamente estar a menudo es suficiente, que quien te trajo hasta aquí cuidará también de ti, aunque sólo sea a cambio de hacer lo que puedas; solamente lo que puedas. El resto siempre lo hace él.”
Ni que decir tiene que mi vida no cambio de la noche a la mañana. Quien sí lo hizo fui yo. Ya no me sentía paralizada, ya no me ahogaba el miedo como lo había hecho habitualmente. En el fondo el árbol tenía razón. Siempre preocupada, siempre poniéndome en  lo peor, pensando si llegaría a fin de mes, mes tras mes y año tras año. ¿ caso, de uno u otro modo no había llegado siempre? Así pues, como digo, me tranquilicé y desde entonces hago lo que puedo, lo que está en mis manos. Algunos años son realmente buenos y otros, no lo son tanto, pero aún continúo aquí. Como le sucedía al árbol, no sé muy bien el porqué. Quizá sea para contarle a algún hombre o mujer que atraviese un mal trago, como el que yo atravesé, lo que una tarde de verano un árbol me reveló.


viernes, 10 de agosto de 2012

Tiempos de tormentas


Aveces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena, que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo, intentando evitarla. Y entonces, la tormenta, también cambia de dirección siguiéndote a tí.
Y eso se repite una y otra vez. La razón es que, la tormenta no es algo que viene de lejos y que no guarda relación contigo.
Esa tormenta, en definitiva, eres tú. Algo que se encuentra en tu interior.
Lo único que se puede hacer es meterte de cabeza en ella, taparte con fuerza los ojos y las orejas , para que no se te llenen de arena e ir avanzándola poco a poco.
Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo.
Sólo hay arena blanca y fina, cómo polvo de huesos danzando en lo alto del cielo ...
Pero volverá a salir el sol.

jueves, 9 de agosto de 2012

Dicen que exagero


En la famacia "Pepita de los Palotes" habìa cola, siempre la habìa, parecìa como si no hubiese otra farmacia en el barrio, y sin embargo habìa otras tres, ademàs tampoco es la mejor, ni la màs surtida, tampoco la màs bonita. Quiero decir que algunas son verdaderas reliquias del pasado, pero èsta no, que va, y desde luego, los empleados no son ni por asomo, los màs amables ni los màs simpàticos. Parece que te perdonen la vida, o còmo poco, que te hagan un gran favor...
Si un domingo por la noche se te ocurre acudir a comprar una caja de paracetamol, te miran moviendo la cabeza como diciendo: eso se compra un dìa de diario, yo estoy aquì sentado tocàndome los huevos sòlo para emergèncias. Pues mire, mi dolor de cabeza es una emergència, es mi emergència particular.
La cola parecìa no evolucionar, era còmo si los clientes echasen raices. Eran tres atendiendo, pero con la receta en la mano desaparecìan y ya no volvìan a aparecer. Yo pensaba que se habrìan ido de viaje de novios al Caribe, o a meditar a un convento Tibetano, y cuando lo hacìan, la clienta estaba màs mayor, una nieta se le habìa casado y vivìa en Extremadura, la ropa se le habìa pasado de moda y las recetas de fecha, pero eso daba igual, al menos en la farmacia "Pepita de los Palotes"...

El señor que tenìa delante insistìa en querer deletrear el producto que le interesaba, pero la ayudante de farmàcia joven, como abducida, miraba sin mirar, con cierta lejanìa y aburrimiento infinito.Despuès advertì que el señor no era de aquì, y sus vocablos cirílicos no se hacìan entender por la farmaceùtica de extrañas ensoñaciones. Por fìn el ruso viò a una señora comprar lo que èl querìa, o quizà debiò conformarse, -la señora pedìa crema anti hemorroidal y supongo que el ruso, crema dental-, pero què màs da, le entendì perfectamente, con tal de no hacer cola otra vez..., porque marcharse de vacìo despuès de tanta espera es una especie de crimen.

Sin embargo esperamos, es còmo si fuèsemos de la misma quinta, somos tres o cuatro en la misma lìnea, nos va a tocar màs o menos a todos muy pròximamente, tal vez hoy, por lo que estàn tardando, y  eso hace sentir cierta camaraderìa, como con el de la cama de al lado del hospital, tu vecino de plaza de garaje, o tu compañero de pupitre en el colegio. Al final, nos daremos los telèfonos, o los correos electrónicos, y tal vez , hasta hagamos juntos alguna cena dentro de algunos años, algo asì...

Aunque tambièn pasa que se fracasa en este tipo de relaciones, porque la señora de al lado ve que tù avanzas 20 cm. màs que ella, el señor que està delante de ella es muy grueso y el mìo una sìlfide, por ello mi posiciòn puede parecer que estè màs adelantada. Me mira con rabia rabiosa y da dos micropasitos, despuès me mira como diciendo; Ja ¡, que te creìas?, a esta no le doy el telèfono ¡¡

La farmàcia "Pepita de los Palotes", ademàs de todo eso, no siempre està bien surtida, pero te permite estudiar griego en la cola, e incluso hacer alguna carrera. Cuando por fìn llegas a la caja donde te espera un farmaceùtico con semblante poco agradable y le haces el pedido, te dice: "No, no nos queda", te hace creer que algùn dia lo han tenido, incitàndote a volver. Y ni siquiera te dan ningùn "bono de cola" que te permita avanzar la pròxima vez, una especie de bonificaciòn por el tiempo perdido, pero no, si te vas de vacìo, mala suerte. Los de la cola te miraràn con pena, còmo cuando a alguien lo dejan plantado en el altar, o tienes seis dedos en el piè derecho, no es exactamente compasiòn, es como si fueras de una casta inferior, de "los que hicieron cola en la farmàcia Pepita de los Palotes y no tenìan lo que pedìa". Imagina que haces el camino de Santiago desde Marbella por ejemplo, y cuando llegas, no està Santiago, ni la Catedral, ni el Botafumeiro ni nada, tan sòlo està  la Ermita de Monegrillo, que serà muy bonita, no lo dudo, pero no es lo mismo, a ver quien te entiende cuando expliques que "hiciste a piè al Camino de la Ermita de Monegrillo". Y pretenden que te conformes, pues mire usted, no.

La cola avanza y precisamente se me hiela la sangre porque el taciturno hombrecillo que me precede sufre esta horrible situaciòn , NO LO TIENEN, llora, sabe que a partir de ese momento serà degradado en el escalafon humano, en su pasaporte pondrà "NO LO TENÌAN", recibirà ayuda psicològica y posiblemente no pueda remontar, pobre hombre, pasa a mi lado con los ojos lloviznosos, y los brazos tan colgando, tan pesados que se le est+an alargando, me mira còmo diciendo, "Te envidio, ahora te toca a tì y seguro "QUE LO TIENEN".

Paso la lìnea amarilla, la que he soñado tanto con atravesar, me tiembla la voz, un sudor frìo recorre mi cuerpo, veo encima del mostrador un dispensador de pastillas Juanola y se me ocurre una idea, digo...

-Dos cosas, una caja de Juanolas...y una caja de aspirinas ( de eso seguro que tienen, jejeje), el cliente vencido insulta mentalmente a mi estirpe, y estoy segura que me considera uan tramposa, pero es verdad, he triunfado y ademàs el farmaceùtico de cara de acelga soleada me dice:
-Aspirinas normales o efervescentes??
Ya empiezo a temblar otra vez, si digo normales las tendràs efervescentes o viceversa...
-Dà lo mismo, dème de las que tenga.
Me tienden  el paquetito ¡¡¡ bien ¡¡¡
Pago y salgo triunfal, parece que haya aprobado una oposiciones o el banco me ha facilitado un crèdito.
La gente de las colas me mira, me nvidian, algunos quisieran ser còmo yo.
Mi marido me espera en doble fila, y cuando le cuento ME DICE QUE EXAGERO ¡¡¡¡¡¡